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América

New York State of Mind

Pilar Navarro 10 agosto, 2018

Some folks like to get away, take a holiday from the neighborhood. Hop a flight to Miami Beach or to Hollywood. But I’m takin’ a Greyhound on the Hudson River line. I’m in a New York state of mind

Cada vez que escucho esta canción de Billy Joel, New York State of Mind, me viene a la cabeza una ráfaga de recuerdos de la infancia, porque esta canción sonaría en casa muchas veces, pero también me viene a la memoria imágenes del Nueva York de los 70s, quizás de las películas vistas o reportajes de la época. Es increíble como una canción puede hacerte viajar tanto en el tiempo y remover tantos sentimientos y emociones.

He de reconocer que Nueva York me fascina. La primera vez que fui eran los 80s, yo tendría unos 14 años, pasé el verano en casa de unos queridísimos amigos de mis padres en New Jersey e hicimos una visita a Nueva York y a la Estatua de la Libertad. Ya desde mis ojos de niña, quedé impactada. Luego más tarde entendería como Billy Joel se sentía tan orgulloso de su ciudad.

Pero el Nueva York de los 70s e incluso de los 80s que tantas veces hemos visto en las películas no tenía nada que ver con el que hoy conocemos. Quizás algunos sabréis que, a mediados de los 70s, la ciudad de Nueva York estuvo a punto de declararse en bancarrota, y su imagen era la de un lugar peligroso, violento, inseguro y nada recomendable. Leí que el presidente estadounidense en aquella época, Gerald Ford, incitado por su jefe de gabinete, un tal Donald Rumsfeld, buscó no socorrer a Nueva York sino deliberadamente avergonzarla y humillarla, y tal vez incluso reemplazarla como el principal centro financiero del mundo, lo que provocó una crisis fiscal de tal envergadura que estuvo a punto de desintegrar a la ciudad más grande del país más poderoso del mundo.

Era tal el caos y la inseguridad desatada en Nueva York, junto con la impotencia de “los servicios uniformados” ante el vandalismo y asesinatos diarios, que el “Consejo de Seguridad Pública” liderado por policías y bomberos, crearon y distribuyeron un panfleto protesta que decía “Bienvenido a la ciudad del miedo”, una guía de supervivencia, en la que se explicaba detalladamente, cómo salir vivo de la ciudad. Me puedo imaginar, desde luego, la cara que se le quedaría al turista que acabara de aterrizar en La Guardia al leer tal guía del terror.

fear city

El panfleto se hizo tan famoso, que el alcalde de Nueva York, Abe Beame, intentó parar y prohibir su distribución ante los tribunales, sin mucha suerte, ya que se sentenció que el panfleto divulgaba una opinión pública y que esto era un derecho respaldado por la Constitución.

Ante tal bofetada, el alcalde decidió enviar emisarios a las oficinas de turismo de Nueva York en las principales ciudades europeas para demostrar lo atractiva que era la ciudad, ya que el turismo era una de las pocas industrias que le quedaba a la ciudad, a pesar de los recortes presupuestarios del presidente Ford.

Para contrarrestar la mala fama que se le estaba dando a la ciudad, el periódico New York Times publicó, en 1976, un interesante artículo titulado “Las 101 razones para querer a la ciudad de Nueva York” (link), donde, en un tono humorístico y bastante mordaz, se enumeraban todas las razones posibles por las que querer a la ciudad más famosa del planeta, aunque en aquella época estuviera pasando por una gran crisis existencial. Es, sin lugar a dudas, un gesto simpático que nos brinda un pequeño viaje en el tiempo a un Nueva York diferente.

Sin embargo, para los jóvenes y los artistas, la ciudad fue un lugar vibrante y muy barato para vivir y Nueva York se convirtió en una especie de meca creativa, lo que llevó a crear una variedad de tendencias multiculturales como el rap, el punk, la música disco, los grafitis y muchas más.

Aquí os dejo este “bon motif” para visitarla, aunque Nueva York no lo necesite. Quizás, esta pequeña píldora de historia te haga ver la ciudad de manera más entrañable, apreciando cómo Nueva York una vez estuvo en crisis y se llegó a recuperar de sus cenizas.

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